domingo, 26 de junio de 2011

La Burbuja que Ríe. Pues sí, debe de ser muy feliz.



C/ Ángel, 16, 28005 Madrid
913 66 51 67

Antes podía ser muy reiterativo el tema de los restaurantes regionales y, cómo no, las mal llamadas tabernas asturianas. En cualquier bareto propiedad de un asturiano donde ponían sidra el Gaitero se decía que había una taberna asturiana. Aquellos de nosotros que hemos estado en Asturias sabemos cuál es la auténtica entidad de un restaurante asturiano, más próximo a un figón o, incluso, a una bodega, que a una taberna o a un restaurante. Son llamados "Chigres". Es por ello que esta taberna (me gusta llamarla así) sí que tiene cierto aire asturiano. Aparte de estar en una zona muy auténtica de Madrid, en frente de la Real Basílica de San Francisco el Grande, en un callejón propio del Madrid de los Austrias y próxima a varios restaurantes famosos y famosillos de la capital (como la Posada de la Villa, Casa Lucio, Casa Lucas...)
La entrada está bien indicada, con un cartel de estilo años 40 que, realmente sí incita a asomar la cabeza. En ese instante, posiblemente, quedes enganchado: el aroma a sidra, a carne a la piedra, el murmullo de los numerosos comensales, y un ambiente desenfadado y simpático hacen que su nombre sea digno testimonio de lo que es esta casa.

Una amplia barra con numerosos taburetes, mesas bajas de banco corrido en colores verdes, paredes con sustancia acabadas a llana, que dan una apariencia rústica y acogedora.Siéntate en la barra para tomarte una botellita de la auténtica sidra mientras reservas una mesa, aunque ya puestos se puede comer en la barra. Con una atención por parte de los camareros razonable, dada la afluencia de parroquianos, ahí sentados, pensamos qué se nos antoja.

Para empezar, unos mejillones al vapor. Baratitos, saludables, y muy ricos. Perfectamente maridados con la sidra. Luego, también contamos con otros moluscos como las almejas, en una salsita aceptable que podría llamarse "a la marinera". Una vez entonados con la segunda botella, quizá nos apetezca algo más rotundo, para los queseros hay varias propuestas, como las costillas al cabrales, o la tabla de quesos "5 variedades". Pero quizá queremos algo más rotundo, como el fabuloso Entrecot al aceptable precio de 24€ que llena a 2 personas. No hace falta mucha suerte para que esta carne no tenga sabor a cámara, aunque a veces ha ocurrido. Dependerá del pedido y la consumición. Este plato se sirve al modo "típico" de la piedra caliente. Que, aunque agradable y divertido, suele molestar a comensales cercanos, que lo suelen aceptar con buen talante.
En el apartado de pescados podemos destacar los lomos de bonito a la sidra y el pastel de bacalao, que se dejan comer sin ser sensacionales, la sidra ayuda mucho.

En el apartado de bebidas, obviamente, la botella a unos 5€ de sidra es la estrella. Podemos pedir a un camarero o chigrero que nos la escancíe, pero dada la forma en que se toma la sidra (culito a culito) puede que nos mande a... y seguramente nos señale uno de los varios "aparatejos" para escanciarla por presión de aire. Aparte, contamos con los vinos básicos de siempre, por si alguien quiere salirse un poco del plato, lo cual, como siempre, no es aconsejable, ya que pagaremos esa brutal diferencia típica en cualquier restaurante.

Podemos decir que el ambiente agradable y distendido, y una razonable calidad igual que su precio hacen de este Chigres un sitio aconsejable si te das un paseo por esta típica zona de Madrid. Sobre todo, en compañía de amigos, y si quieres echar unas risas...Vamos, sin grandes pretensiones.

El Puchero, obviamente comida casera

Cierta estética Mediterránea en la fachada y decoración general.

Calle Larra, 13. 28004 Madrid Teléfono de reservas: 914 450 577

Calle Padre Damian, 37. 28036 Madrid
Teléfono de reservas: 913 456 298

El Puchero, con dos casas: una en la calle Larra y otra en Padre Damian. Esta última va a ser víctima de nuestra "agresión" ... Anda, pues va a ser que no, porque al Puchero le pasa como a los cerdos: que me gustan hasta los andares. Siempre hemos pretendido ser objetivos y plantear tanto los aspectos positivos, como los negativos. Hemos de reconocer que, en este caso, es muy difícil destacar algo que sea negativo. Y vamos a exponer el porqué:

Ya hemos referido que nos centraremos en la casa de Padre Damian. Si el Puchero de Larra fue fundado en los años 40 y, desde entonces, fue referente de la buena comida elaborada por la "Dueña", mujer rotunda, despierta, y con iniciativa, el de Padre Damian se abrió en 1995. No puedo recordar la de veces que he disfrutado de comidas y cenas en este restaurante tan agradable como acogedor. El ambiente no es especialmente íntimo, ya que la sala principal está distribuida en forma semicircular, con aproximadamente media docena de mesas en un entorno sencillo, con gran sensación de amplitud, que dota al lugar de un cierto aire mediterráneo. A la entrada, una pequeña barra casi simbólica, pero todo con gran cuidado y esmero, y un servicio amigable y efectivo. Los camareros son de una gran profesionalidad, algo muy de agradecer en nuestros días.

Sencillo y acogedor.

Una vez relajado en mi mesa, puedo elegir en un menú no muy amplio, pero suculento, una serie de platos selectos y caseros, comida del país, como la que haría cualquiera de nuestras abuelas (si le gustase cocinar). La carta se divide, principalmente, en comidas de temporada, el Puchero del día (la "especialidad" del día), entrantes, carnes y pescados. El Puchero del día son una serie de platos especialidad de la casa, entre los que cabe destacar: los sábados de fabes y los miércoles de lentejas, sin menospreciar el cocido o el cochinillo, y las demás especialidades. La que menos nos gusta es la del domingo, y es que como Dios descansan este día. Una pena. Cuántas familias se quedan sin disfrutar de su comida dominical, al igual que yo, en pro del merecido relajo del personal del Puchero. Cuántas veces he llorado su ausencia dominical... La verdad es que, según escribo esto, se me está haciendo la boca agua.
De verdad, intento ser objetivo. Pero, recordando sus deliciosas croquetas, la brandada de bacalao y esas abitas tiernas en su punto me es sumamente difícil sacar mi vena ácida.

En conclusión, y no me quiero extender porque se me va a ver el plumero, es un lugar muy agradable para ir entre semana y ADEMÁS SE PUEDE FUMAR EN SU TERRAZA que, aunque esté en mitad de la acera, tiene buenas sombrillas bajo las que me resguardé en la última visita de una torrencial tormenta de primavera, mientras degustaba un plato de abitas tiernas, con un Rueda más que aceptable a un precio menos que justo... como siempre en Madrid. El sábado hay que tener en cuenta que es un día familiar y, obviamente, tras hacer una reserva, nos vamos a encontrar con un público un tanto ruidoso e infantil. ¡Ah! Se me olvidaba mi plato favorito: EL ESCALOPE. Rebozado perfecto, sin grasa y tierno, como un solomillo. A un precio adecuado, sin tanta pompa y circunstancia como le dan en la Ancha, del que ya hablaremos sin tanta vehemencia.

Precio: 30€/persona... muy razonable y excelente relación calidad-precio y servicio.

Café Saigón: revive el estilo colonial

Detalle de la decoración de estilo colonial.

Dirección: María de Molina, 4
Teléfono: 91 563 15 66

Al principio de la calle de María de Molina, en frente prácticamente del Instituto de Empresa, está el Café Saigón. Cuidado, no te lo pases. Sí, ahí, donde los leones. Porque la entrada casi pasa desapercibida, ya que está un tanto "retranqueada" con respecto a la fachada. Curiosamente, de café no tiene nada. Su nombre se debe a un afamado restaurante-café de los años 60 que había en la capital de Vietnam, muy concurrido por escritores de la Generación Perdida y colonos franceses e ingleses.

No es un restaurante chino ad-hoc, no está lleno de lacados rojos ni figuras de Buda, ni farolillos (gracias a Dios) es más tipo Thai Gardens.

Su decoración es más tipo colonial, con maderas oscuras, y se desarrolla en dos plantas y una terraza. Amén de la barra que hay a la entrada, que es más bien una sala de espera donde tomar alguna copa o aperitivo antes de entrar. La sala superior es más íntima, con una iluminación matizada, muy adecuada para cenas "románticas". Mientras, la planta principal es un salón más amplio, con una docena de mesas aproximadamente, algo más luminosa y adecuada para cenas y comidas de amigos y familias. Desde esta misma planta se sale a una terraza con unas seis mesas de dos, y hasta cuatro personas, muy apropiada para las noches de verano y aquellos que quieran fumar. Tiene un sistema de toldos que preservan bastante del sol directo. Y, aunque el entorno de la terraza no es excesivamente "bonito" (es una zona interior del edificio) ya os he dicho que por la noche se hace muy agradable, y hasta acogedor, recordando incluso a algunos callejones típicos en las grandes ciudades asiáticas como Hong Kong o Shanghai.


Detalle de la acogedora terraza.

La referencia culinaria sobre este sitio se basa en cuatro visitas a diferentes horas, hechas a lo largo de dos años. Creo recordar que el Café Saigón se inició en el año 2001. Desde entonces, ha mantenido una más que aceptable cocina de tipo vietnamita, con una relación calidad-precio muy buena. Sin tanta parafernalia como el Thai Gardens, ofrece cuatro menús que van desde los 30 a los 40€, además de una carta si no extensa, sí aceptable y muy cuidada. Con platos con una presentación adecuada, sabrosos. En estas tres visitas no he comido nada que no hiciera disfrutar al paladar. Siempre viene aconsejado por los camareros, que dan un servicio sobresaliente y agradable. Los menús son variados y amplios, dejándote satisfecho tanto en calidad como en cantidad. Lo único excesivo, aunque es bastante común en nuestros restaurantes, es el precio de las bebidas. Por ejemplo, la última vez tomé un Viña del Vero Gewürztraminer al sórdido precio de 21€, cuando la botella en cualquier supermercado no pasa de 10€. Esto hace que la cuenta para dos personas ronde siempre los 100€, si añadimos los cafés, ya que el postre está incluido.

En conclusión, es una alternativa muy válida a la comida oriental no-sushi, sin tener que pasar por el Thai Gardens, teniendo que dejar la tarjeta de crédito a la entrada. Si bien es cierto que no es barato, si somos inteligentes y ajustamos se puede comer o cenar por 60€ dos personas, si seleccionas los platos de la carta, pides copas o cerveza, y el cafelito o la infusión te la tomas en otro sitio, o terminando la velada en tu casa con un buen Jamaica y una buena tertulia.