sábado, 31 de julio de 2010

La Cruz Blanca - Doctor Esquerdo 157

Seguimos con clasicos y desengaños...

Como pequeña introducción, la Cruz Blanca es una referencia en Madrid desde hace más de cuarenta años. ¿Quién no ha estado en la Cruz Blanca de Goya, o en su hermana casi gemela Santa Bárbara? Sitios clásicos para la cervecita bien tirada y una tapita de gambas cocidas, o algún que otro marisco o molusco, ya sea fresco o enlatado. La verdad es que nunca destacaron por su baratura, pero no se puede negar su encanto y tradición.

Pues bien, esta cadena desarrolló franquicia y se extendió generosamente por Madrid, y no siempre con la atención y el cuidado que correspondería a tan tradicional marca. Este no es el caso de la Cruz Blanca ubicada en Doctor Esquerdo 157. Es de los pocos establecimientos de la franquicia que se merecen un comentario, ya veremos en qué tono. El ambiente intenta recrear al de sus ancestros originarios sin conseguirlo, como ocurre en el resto de franquicias. No obstante, la decoración es correctita y típica de este tipo de locales. Prepondera un ladrillo falso, con murales de cerámica con el logotipo de la empresa, y algún dibujito de carácter tradicional y cierto toque art nouveau. La barra, amplia, que recibe con un generoso grifo para tirar una buena cerveza (dependerá de la pericia del camarero) cuenta con sus taburetes apropiados para el tradicional "cañeo".

Las tapas son frecuentes y casi obligadas, aunque no es un sitio donde puedas comer tomando cañas. No son escasas, pero tampoco es un local meritorio por éstas. Son bastante típicas: la tortillita con boina de ketchup, pegotón de ensaladilla, y mendrugos de pan con masas indeterminadas encima. ¿Dónde quedaron las patatas fritas de toda la vida? Aunque a veces las ponen, no son aquellas que nos deleitaban en los quioscos del Retiro.

Es cierto que también se puede tapear en barra pidiendo la carta, que es más bien normalita, y de precios un tanto excesivos para su calidad, aunque no es mala. En otros momentos, la fritura de pescaditos era notable y, por 15€ comían dos: chopitos, calamares, bienmesabe, algo de pescadilla, boquerones... Sin embargo, últimamente son 17€ y come uno regularcito. Si esta experiencia no te ha gustado, puedes pasar al salón comedor, algo más cuco, no demasiado masificado (no hace falta hablar con el comensal de al lado), y pedir una carta moderada en extensión y aceptable en calidad. Pero esta calidad corresponde a un precio un tanto excesivo. Hablamos de 40€ por persona en cuanto te vas a las carnes o a pescados: chuletón o entrecot a la parrilla aceptable, lubina y merluza generosas, bastante frescas, aunque normalmente pasadas de punto, y unos primeros platos que van desde sopas, judiones en invierno, a gazpachos en verano.

Los postres, algunos caseros, son bastante aceptables, aunque la casa no se distingue por ellos. Un ejemplo de buen postre es su tarta de milhojas.

En general, nos hemos referido a una calidad aceptable a un precio un poco elevado. Lo mejor, sin embargo, es la atención y amabilidad de la selección de camareros hecha por el encargado, donde se encuentra al camarero tradicional atento y simpático, lo cual, hoy en día, es muy de agradecer. Te motiva a dejar propina. Este punto, por desgracia, actualmente es de destacar, y casi es definitivo a la hora de elegir una casa.

Concluyendo, aunque la carta y la calidad se podrían merecer más de un 6, la relación calidad-precio no es correcta. La esmerada atención hace que la calificación final se pueda llevar a un notable de 7.

Como anotación final, agradecer la buena climatización que mantiene durante todo el año.

viernes, 23 de julio de 2010

Alfredo's Barbacoa - El desengaño de un clásico


Después de una amena tarde de tertulia, decidimos comer unas hamburguesas. Ya que estábamos cerca de Plaza de Castilla, recordé un clásico de las hamburguesas de Madrid: Alfredo's.

Para los que rondan los cuarenta, Alfredo's es uno de esos sitios emblemáticos donde se solía ir a cenar antes de continuar con la marcha nocturna. Sus imponentes hamburguesas a la brasa, sus steak, nachos, etcétera.
Siempre han deleitado los almuerzos y cenas de Madrid, al estilo americano o American style. En principio parecía una buena elección, sobre todo, teniendo en cuenta que era un día normal entre semana. Por lo tanto, no parecía importante el hecho de no haber reservado... Craso error.

Bajamos directamente al salón, y he ahí que nos encontramos con un cartelito más bien expeditivo que rezaba: "Espere aquí... Ahora le atendemos. Firmado: Roberto".
Bien, pues esperamos delante de un cutre mostrador a que llegase el amigo Roberto que, tres minutos después, apareció para indicarnos de forma nada amigable que en ese momento no había mesas y que, después, tampoco. Y que, después de las 11 de la noche, ya veríamos.
Ni de fumadores, ni de abstemios, ni de alcohólicos ni nada parecido. Es decir, no había sitio.

Al preguntarle si podíamos comer en barra, con una complacencia que rallaba la grosería, respondió: "Vayan y pregunten". Toda esta simpática conversación sin levantar la cabeza del mostrador, y en un tono más que impertinente. Con éstas, subimos a la planta de calle, donde está la barra y un par de mesitas donde se puede comer tranquilamente, incluso con menos sensación de claustrofobia que en el comedor. El camarero que atendió la barra, éste, sí, con mejor actitud, nos informó de que, a partir de las 11, a lo mejor, cenábamos. Eran las nueve y media y, la verdad, no nos apetecía esperar hora y media. Así que decidimos ir al Baby Rubaiyat, que está al lado.

Aquí podría acabar este comentario, que sólo quiere hacer notar que no hace falta tratar con desgana a los clientes porque el restaurante esté lleno. Una sonrisa y buenos modales ayudan a ganar futuros clientes y, aunque no te hagan falta, cosa que no suele ser frecuente, al menos creas un buen nombre y una buena aptitud sobre el restaurante.

He de reconocer que, otras veces, a pesar de la desidia de nuestro amigo Roberto, he comido unas hamburguesas bastante decentes, con una carne a la parrilla muy correcta, aunque no de excesivo tamaño para los 6€ que cuesta. Eso sí, sin guarnición, porque la tienes que pedir aparte. También es recomendable el Newyorker o bistec al grill. También solían tener (no apto para verano) un chilli muy adecuado en épocas de frío.

La decoración... qué decir de la decoración. Porque no la hay. Podría ser un bareto de cualquier tipo. Eso sí, con posters y souvenirs de los E.E.U.U. Y eso que tanto me gusta de los frigoríficos y arcones a la vista. Quizá en eso estribe su belleza. Pero, quizá, con un poquito más de detalle sería más acogedor.

En conclusión, no es mal sitio para tomar una hamburguesa a un precio normal, y si tienes mucha hambre, más bien deberías pedir dos. Para mi gusto es mejor tomarlas en barra y, tanto en el local de Lagasca como en el local de Juan Hurtado de Mendoza, es mejor en el "salón" exterior. Es menos claustrofóbico.

Mi puntuación sobre 10 sería:
3 para la atención al cliente
7 para la comida, siempre pensando que es tipo American grill.

Desde luego, no es un restaurante para pasar una velada de cena y tertulia, más bien "come y, lárgate".

Alfredo's Barbacoa

Lagasca, 5
Tlf.: 91 576 62 71

Juan Hurtado de Mendoza, 11
Tlf.: 91345 16 39

jueves, 22 de julio de 2010

Baby GRILL Rubaiyat: el Rubaiyat LOW COST

Ayer por la noche fuimos a cenar al Baby Grill Rubaiyat. Antes de entrar pudimos ver la bonita terraza, que en ese momento se encontraba llena de gente , y eso que para mi gusto hacía calor...
Encontramos mesa justo detrás de la que sale en la fotografía en primer plano. Nos sentamos y rápidamente la camarera nos atendió amablemente para preguntarnos por la bebida y los platos.
Todo iba a la perfección, pero a medida que pasaba el tiempo, nos empezamos a dar cuenta de unas cuantas cosas muy curiosas:
  • Justo en la puerta por la que salen los camareros (en la fotografía, la puerta de la izquierda) se pueden ver unas estanterías con ladrillos. (¿?) Puedes imaginarte que están de obras, pero también puedes imaginarte que los utilizan con fines gastronómicos... No sé, una buena imagen al cliente no es que den... y yo los tenía justo delante de mis ojos, tras la barra...
  • Unos minutos después, apareció un extraño "mercader turco" (lo bautizamos así, para darle sentido a ese personajillo) que nos pedía limosna y nos decía: "Dime la verdad, tienes dinero, dame algo, o si no encuéntrame ayuda". Vamos, con esos imperativos me dieron ganas de darle algo, sí, claro... Lo más gracioso es que después se tomó una cervecita.
  • El aire acondicionado no funciona. Hasta el más friolero siente un calor seco en ese restaurante, al menos si es como cuando estuvimos nosotros.
  • Música 0, lo que favorece que la gente se emocione y empiece a subir el volumen de la voz. La solución la tenía el negrito del "top manta" que también se paseó mesa por mesa. Pero fue una solución desaprovechada, claro, porque a ver si iba a estar por allí alguien de la SGAE...
  • Para los fumadores está bien, porque dejan fumar. Pero para los no fumadores, junto con el factor NO aire acondicionado puede ser un auténtico horror en interiores, porque todo el humo te viene a ti y no hay quien te lo quite de encima... y no es por culpar a los fumadores, sino que ¡¡podrían ayudar con el aire acondicionado!! ¡¡No quiero que me apeste el pelo al salir!!
  • Hemos sido testigos de lo siguiente: el tabaco se despacha en barra. Es decir, que el amigable camarero, por lo visto, te sirve sin necesidad de tener máquina (muy ahorrador para estos tiempos que corren).
  • El aperitivo que te dan para las cañitas (2'50€ una caña, por cierto) consiste en un cuenquito de pasas y panchitos. Poco apetitosos para mi gusto... con unas patatas fritas consigues dar más sed al cliente, y aparte su estómago está más contento.
  • Una mesa para tres personas es algo pequeña.
  • Se sirve cerveza Mahou.
  • Baño: NO HAY AGUA. ¿Con qué te lavas las manos? A ver, a ver... ¡SÍ! Con un bote de 1L de Listerine que encontrarás a tu izquierda! Justo al lado del espejo, para que te embadurnes en su mentolado aroma y te desinfectes las manos con su alcohol diluído.
  • Decoración: setentera. Lámparas del IKEA que acentúan el calor. Media pared picada recubierta de un dudoso color ladrillo rojo. Suelo de mármol rosa de tercera calidad, con veta blanca. Sillas de cuero, que pegan con el rojo ladrillo.

  • PLATOS:
  • Tuvimos la corazonada de pedir un bife de chorizo fileteado por el módico precio de 20€.
  • 20 minutos esperando... 30 minutos esperando... a los 40 minutos llegaron las patatas souffle de 2'50€... y, por fin, tras 50 minutos, por fin pudimos COMPARTIR el plato de bife de chorizo fileteado.
  • Sobre el bife de chorizo fileteado:
  • Incluyen como guarnición otras patatas souffle.
  • Sal Maldon sobre el bife de chorizo.
  • Con lo que habían tardado en traernos el plato, llegamos a pensar que pudo ser cocinado con el calor de una cerilla...
  • El bife es tierno, con sabor a barbacoa. Tiene un ligero sabor a cámara frigorífica.
  • Temperatura de la carne, contando con el tiempo empleado para llegar a la mesa: templado.
  • Puntuación de la carne: 6 sobre 10.
  • NO HAY PAN.
  • Los cubiertos no son de carne, más bien son los que se usan para untar mantequilla en una tostada.
  • Uniforme del personal: poco práctico, más bien hay desigualdad entre la indumentaria del personal, además de apreciar un tanga que asomaba por encima de los pantalones de la camarera.

  • PRECIO: pedimos 5 cañas Mahou, 1 bife de chorizo fileteado y 1 patatas souffle= 37'80€
  • Más bien caro para la calidad de la carne.
PUNTUACIÓN FINAL: 5 sobre 10.
Conclusión: BABY GRILL RUBAIYAT es el LOW COST del Rubaiyat.

Dirección:

Calle de Juan Ramón Jiménez, 37
28036 Madrid
913 591 000

domingo, 11 de julio de 2010

Restaurante Milos - Cocina griega en Madrid

¡Bienvenidos a un nuevo blog gastronómico! Soy Baco, dios el dios del vino, inspirador de la locura ritual y el éxtasis. Me encanta la comida...

A partir de este post, convertiré a mi blog en una entretenida forma de describir los diferentes restaurantes a los que vaya a tomar algo. Espero que os sirva para tomar la gran decisión: elegir restaurante.

Hoy, pues, me dispongo a describiros mi visita al restaurante griego Milos, que se encuentra en metro Diego de León, Madrid. Su dirección y teléfono:

Francisco Silvela, 30
28028 Madrid
913 614 472

Nada más abrir la puerta de este coqueto restaurante descubrirás que sus paredes están decoradas con diferentes adornos y souvenirs de Grecia: banderitas, muñecos de bailarines tradicionales, tapices, columnas dóricas... La atención de los camareros es bastante buena. Empecé con una bebida para ir entrando en situación. Era por la noche, a las 10, concretamente, y era a esa hora aproximadamente cuando empezaba el espectáculo de baile tradicional.

Más te vale reservar con antelación, porque si no es probable que no encuentres mesa o que te coloquen detrás de una columna del restaurante, lo que impedirá que puedas ver el espectáculo como uno se merece. Para las parejas, es aconsejable sentarse uno al lado del otro, mirando hacia la zona central del salón.

En cuanto al tamaño de las mesas, para cuatro personas ya es cosa difícil, ya que son del mismo tamaño que para dos personas, y el tamaño de los platos, que a continuación llegarán, son más grandes de lo que uno espera. Por supuesto, si ya hay cinco comensales se colocan dos mesas.

En cuanto a los platos:

La cocina es bastante buena, te recuerda bastante a los restaurantes de Atenas. El menú es variado y con platos generosos.

Sus especialidades: ensaladas griegas, ternera y carnes en general. Yo disfruté de una ensalada y de un plato de ternera cocida cubierta de una pirámide de hojaldre. Soy de estómago pequeño, aunque no lo parezca, y con ambos platos tuve ya suficiente. Recomiendo que las ensaladas no las pidáis para una sola persona, ya que incluso para dos resulta generosa.

No me dio tiempo a disfrutar de su yogur griego, que recomiendo que probéis.

El espectáculo nos acompañó a lo largo de casi toda la cena. Lo bueno fue que no se hizo pesado, ya que se realizaban pausas de quince minutos.

Precio:

En torno a los 30€ por persona. Cuidado con los precios que aparecen en el menú, porque parecen normales y luego resulta que el I.V.A. no está incluido.


Calificación final:

Cuatro sobre cinco.